jueves, 7 de julio de 2011

Días de ira - Jorge Volpi

        Páginas de Espuma, una de mis editoriales favoritas, edita Días de ira, Tres narraciones en tierra de nadie, que agrupa sendas obras del escritor mejicano Jorge Volpi. En la portada, junto al título, se dice "Cuentos" (lógico por otra parte, estamos si no en la mejor, una de las mejores editoriales cuentísticas), pero que el propio autor en un breve y lúcido ensayo pone en cuestión al plantearse las virtudes de la media distancia literaria y sus límites; ¿cuándo estamos ante un cuento largo, cuándo ante una novela corta? Estas breves páginas iniciales provocan al lector inquieto e inteligente, claro mercado objetivo de este autor, (no lo lean si no forman parte de él) una estimulante reflexión y lo acomoda para lo que viene. Y lo que viene es muy interesante.
        Se recopilan tres narraciones, A pesar del oscuro silencio (1993), Días de ira (1994) y El juego del Apocalipsis (2000). No conozco en profundidad la evolución de Volpi pero, con lo que aquí tenemos, se podría deducir una tendencia desde propuestas más profundas y metaliterarias hacia otras más pragmáticas y con un mayor peso del hilo argumental. No tiene porqué ser ésta la evolución creativa general de Volpi, repito, pero es lo que me sugiere la composición cronológica de este libro. Con ello también quiero decir que al principio se requiere mayor esfuerzo lector y de concentración para entender la historia, exigencia que de alguna manera disminuye según se avanza de narración. Comienzos complicados pero que, como ya he dicho, al lector inquieto e inteligente, dispuesto a releer algunas partes ya leídas porque, de repente, se ha perdido en los vericuetos argumentales, no le supondrá sino el disfrute de historias bellas y bien diseñadas.
        En A pesar del oscuro silencio, el autor, uno de los tres Jorges, a saber: autor, narrador y protagonista, juega con nosotros (Jorges y no Jorges) para contar el extravagante final de Jorge Cuesta, poeta mexicano que terminó su última obra justo antes de ingresar en el manicomio, emascularse (sí, contarse los huevos) y suicidarse. Se urde un hilo enrevesado a modo de cadena de ADN que nos acerca e este personaje, a sus relaciones y contradicciones, con profusas alusiones filosóficas, de tal manera que no tiene uno del todo claro quién es quién, y esto agrada a los lectores inquietos e inteligentes.
        Días de ira cuenta, también de manera dúctilmente alambicada, la historia de un urólogo de vida asentada que se la complica con una excitante paciente cantante de jazz, (joder, con la fama que tiene el gremio, es que cómo no se da cuenta el pobre…) Hay cruces cortantes entre los planos de los protagonistas: la esposa, la hija pequeña, el amigo de la cantante; un despliegue erótico muy bien llevado que produce el efecto buscado; un libro que se escribe con lo que está pasando, ¿quién lo escribe?… Como les digo, un artificio asimétrico que dejar buen sabor de boca.
        El último cuento largo o novela corta es El juego del Apocalipsis. Esta sí es una narración más clásica en cuanto que no hay cesiones intensas al metadato sino una sucesión de circunstancias encadenadas que llevan a una pareja a recibir el nuevo milenio, el año 2000, a la isla de Patmos, en Grecia, en donde San Juan escribió el Apocalipsis. Sin duda, buen lugar para celebrar el fin del mundo, con Anticristo y todo. Se mezclan con un grupo de pintorescos turistas con personalidades muy peculiares que, aquí sí que la trama engancha a modo de Agatha Christie, lleva a un desenlace inesperado. O esperado, depende.
        En conclusión, un buen libro para lo que le gusta leer cosas que exigen cierto compromiso, pero a cambio de una reconfortante gratificación.