viernes, 25 de marzo de 2011

Videoilustración de Fin - David Monteagudo


Fin - David Monteagudo from Pedro Atiénzar on Vimeo.

Me entusiasma que los creativos se pongan a hacer trailers para los libros, es una nueva y brillante aproximación al lector con la que cuentan las editoriales "proactivas". Son breves, pero algunos muy atractivos.
Este se refiere a la novela "Fin", de David Monteagudo, en la Editorial Acantilado, garantía de calidad, sin duda.
Un thriller entretenido y bien hilvanado, con tensión y todos los demás elementos propios del género. ¡Ah, y de un españolito que ya ha pasado la cuarentena! Me alegro por su éxito y fortuna. Y los envidio.

miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Indignaos! - Stéphane Hessel

Ed. Destino
No he podido resistirme a comprar ¡Indignaos! El tema es tan afín a mi forma de pensar que ha sido visto y no visto, aunque mis expectativas no eran muy halagüeñas. Y su precio es, en términos absolutos, barato (aunque luego hablaré un poco más del precio).
Es un pequeño documento en el que Hessel, ya con 93 años, lo que le permite haber pertenecido a la Resistencia francesa y ser uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reclama a la juventud que tome una posición frente a lo que todos vemos que ocurre a nuestro alrededor, dejando de ser indiferente y pasando a ser insurrectos pacíficos.  José Luis Sampedro prologa el libro. La Vieja Guardia. Vale.
Es algo de lo que muchos nos pondríamos a hablar y escribir y no acabaríamos, ya que estamos realmente indignados, pero yo no lo voy a hacer. Léanlo en el librito. Si es por los 5€, pueden ir a la librería, lo cogen, lo leen en 10 minutos y lo dejan en su sitio de nuevo. Es broma, es lo que le faltaba a los pobres libreros…
Tiene más razón que un santo Stéphane Hessel, pero es más de lo mismo, es bastante decepcionante. Además, y esto es opinión personal, no tengo claro que la juventud a la que se dirige este hombre, en general me refiero, tenga intención de hacer lo que le pide, y eso que ellos no tienen toda la culpa. Mejor creo yo que harían en indignarse los notanjóvenes (30s y 40s) pero que realmente son el músculo de la sociedad, los que tienen la fortuna de trabajar, y no todos, los que pueden influir de manera más rápida en cómo van las cosas para deshacerse de los que mandan, hacer las cosas de otra manera y volver a la senda adecuada. Ellos, nosotros, yo, tenemos hijos y nos debemos hacer una idea de lo lamentable de la situación que les vamos a dejar. Y ya no estaremos aquí para sacarles las castañas del fuego, si es que pudiéramos. Pero me temo que tampoco...
Por incluir algo, me gusta lo del final. Apela a “una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”. Bella frase.
Y ahora, los medios de comunicación de masas ya no son solo los medios de comunicación de masas de siempre, la tecnología hace que también lo sean los partidos políticos, las empresas, los gobiernos, los equipos de fútbol, las estrellas del rock, yo qué sé.
El otro día Hessel estuvo en un encuentro digital en la web de El Mundo. Me llama la atención que en muchas de las escasas preguntas que le hicieron, (es curioso, ¿el periódico impuso un límite o tan poco interés ha despertado en la masa lectora de dicho medio?) le dicen que sí, que están de acuerdo, pero que qué podemos hacer para demostrar nuestra indignación. Pues si un anciano de 93 años, por mucho CV que tenga, nos va a decir qué hacer para cargarnos al poder establecido, además de triste, sin duda denota la falta de capacidad de reacción en la que está acomodada la juventud, la sociedad o como lo queramos llamar. Triste, muy triste.
En cuanto a lo del precio. Atención. ¿Por qué un librito que publicado por una pequeña editorial cuesta en su país de origen, Francia, 3€, tiene en España, ¡Editorial Destino!, un precio de 5€?, ¿el prólogo?, ¿el coste de la traducción de poco más de 30 páginas?, ¡no me jodas! ¡Un robo! Nada, como siempre, aquí haciendo dinero. Yo no entiendo cómo el que propugna la indignación no está indignado.
¿Ves?, ya he hablado más de lo que pensaba.

martes, 22 de marzo de 2011

Nocilla Dream - A. Fernández Mallo

Ed. Candaya
Atraído por las turbulencias blogueras que provoca desde su aparición, he iniciado por fin la lectura del Proyecto Nocilla, obviamente por su 1ª parte, Nocilla Dream.
Para empezar, y quizá algunos no me entiendan, me da “buen rollo” que se trate de un autor nacido en los 60s, es decir, que para tratarse de una más o menos revolución no estemos ante un jovencito talentoso, contra los que no tengo nada, pero que sabes de antemano que está ya en otra onda. Agustín Fernández Mallo es de mi generación más o menos, por lo que algo compartiremos.
Me incomoda un poco hablar de este libro, primero porque llego tarde a él, 3 ó 4 años son muchos en este mundo de hoy, y porque mucha gente, más o menos sabia, ya lo ha hecho y desde todas las posiciones: técnica-sesuda, progre-modelna, clasicona, a favor, otras no tanto, de todo. Pero bueno, desde aquí, desde este atril que clama en el desierto, nadie me impide dar mi opinión.
También debo reconocer que mi retraso en esta lectura es debido fundamentalmente a que la inmensa mayoría de las referencias que me llegaban (en los cada vez más trasnochados suplementos literarios y en montones de blogs) se batían sobre cómo está elaborado, su estructura, la fragmentación, el rizoma, etc., quedando en segundo plano el análisis de la calidad literaria intrínseca del libro. Creo que es ya un movimiento reflejo, pero con esta avalancha de sobreinformación, cuando te encuentras con algo cuya forma brilla más que el contenido hay que prevenirse, suena a pluf comercial, pura moda, y como hay tanto bueno por leer, lo vas dejando, lo vas dejando; seguro que se pierde algo realmente bueno, pero son riesgos de la desmesura.  Como además ha levantado controversias tan intensas, me he formado la idea de que este proyecto, para determinado sector literario y cultural, se aupaba como la ansiada ruptura con lo anterior, como algo nuevo frente a lo clásico, y uno ya está harto de rupturismos porque sí.
Mi retraso en el análisis, sin embargo, me aporta una ventaja, la de ver el poso en el fondo del vaso, pasada ya la turbulencia, y me doy cuenta que el mundo sigue más o menos como estaba. Pero ha sido interesante.

lunes, 21 de marzo de 2011

Día internacional de la poesía

Hoy, 21 de Marzo, es este día. Puedo entender que entre tantos y tantos problemas que a unos y a otros, en todo el mundo, nos afligen, pocos estén con el ánimo y el espíritu de tener este detalle en cuenta. Pero os aseguro que si hoy le dedicáis un ratito a releer aquellos versos que en su día os conmocionaron o, si nunca los habéis tenido,a acercaros a un buen poeta para hacer alguno de sus poemas vuestro, notaréis un cierto alivio. Lo digo desde los sótanos del día de hoy.
También sé que no todo son problemas y angustias, que también hay alegría y buenos momentos. Para los que lo ven todo desde este lado, la poesía pondrá en palabras alguno de sus sentimientos y sensaciones, se sentirán identificados  y se reafirmará su estado de gracia.
No puedo dejar de poner alguno de mis poemas favoritos. Es Alocución a las veintitrés, de Angel González. Incluyo el primer párrafo, el resto es fácilmente encontrable en la red:

Ciudadanos perfectos a estas horas,
honorables cabezas de familia
que lleváis a los labios vuestra servilleta
en acción de gracias por la abundante cena:
vuestra responsabilidad de sólidos pilares
de la civilización y de Occidente,
del consumo de bicarbonato sódico
y del paternalismo hacia la servidumbre,
exige de vuestra parte
cierta ignoracia de hechos también ciertos,
un esfuerzo final en bien de todos,
la tozuda incomprensión de algunas realidades
la fe más meritoria, en resumen,
que consiste
en no creer en lo evidente...

Ed. Austral

Nadie, repito, nadie, debería dejar de tener en su casa este libro, Palabra sobre palabra, su poemario. Te puede ayudar en más de una, buena o mala. Indico la nueva versión baratita, 9,95€. No hay excusas

viernes, 18 de marzo de 2011

Quiero ser novelista

Hola amigos:

Me he cruzado con este video, con un título atractivo, no me lo negaréis: "Quiero ser novelista".


Tiene una música muy bien elegida, que admite unos cascos a todo volumen.
Es de Ramón Cerdá, un escritor que se autopromociona muy bien. No sé si venderá muchos libros, pero se lo curra bien.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Mujeres - Mihail Sebastian

Ed. Impedimenta
De nuevo, gracias a una “pequeña editorial independiente”, y amparándome en buenas experiencias anteriores con ella, tengo la suerte de acceder a un muy buen escritor que, de otro modo, dejado todo en manos de los poderosos, no habría sido posible.
En este caso, Impedimenta nos presenta Mujeres, la primera novela del rumano Mihail Sebastian, que tuvo la fortuna y también la desgracia de vivir en la Centroeuropa de primera mitad del S. XX, tan prolífica en excelencias como en vorágines demoledoras.
Con el libro en mis manos, prestado después de un buen uso, además de volver a valorar el preciosismo característico de la editorial, he observado el tributo a pagar por ello: el material y colores de la cubierta requieren un cariñoso cuidado en su manipulación, ya que se degrada de manera más rápida que un libro “normal”. Esto no es un problema, al contrario, me complace que un libro reclame cuidados para conservar su salud, para eso estamos, esto lo digo sobre todo para los dejaloslibrostiradosencualquiersitio que todos conocemos y tanto nos indignan.
Sebastian nació en 1907 a orillas del Danubio en Rumanía. Estudió Derecho y luego viajó a París, donde tuvo contacto con el ambiente literario. Volvió a su país y, a pesar de muchas circunstancias adversas, se quedó allí hasta su muerte, sufriendo, como el pobre Shostakovich en Rusia. Y es que su condición de judío le trajo mucho problemas, con los nazis, quiénes iban a ser. Después, con la llegada de los rusos vio un poco la luz, seguro que mal vista, pero un desgraciado accidente el mismo día en que iba a la Universidad a impartir su recuperada clase acabó con su vida. No me dejan de asombrar personajes como éste, que han tenido una vida llena de sinsabores y sufrimientos pero que luego transmiten en su arte unos sentimientos e ideas que no tienen nada que ver con aquello.

martes, 15 de marzo de 2011

No es la inmoralidad de los grandes hombres lo que debería infundirnos temor...

Alexis de Tocqueville  1805-1859 
"No es la inmoralidad de los grandes hombres lo que debería infundirnos temor, sino más bien el hecho de que sea ésta la que, con tanta frecuencia, permite a los hombres alcanzar la grandeza."

Alexis de Tocqueville.

Ardiente secreto - Stefan Zweig

Ed. Acantilado
Ya he reafirmado muchas veces mi pasión por Stefan Zweig, sea ésta otra ocasión para ello; no hay libro suyo que no me sorprenda favorablemente, y Ardiente secreto es otro ejemplo más.
Puedo admitir que para un lector ocasional, “no profesional”, una novela como ésta puede, a primera vista, provocar una reacción de rechazo como previsión ante algo así como un folletín decimonónico: nos encontramos en la época de finales del XIX, en Austria, periodo imperial por excelencia, palacios, fiestas, con sus aristócratas banales y damiselas sin enjundia, que hay que admitir que no se encuentra en ningún pedestal de modernidad.
Pero, como siempre, Zweig está por encima de todo esto y nos presenta una novela no solo con una construcción impecable y de una belleza de primer nivel sino también con un argumento sustancial con descripciones psicológicas que ya quisieran poder exponer muchos.
En este caso nos encontramos en un centro vacacional austríaco, (el Semmering, que cuenta con un ferrocarril montañés cuyo tramo está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), con el típico barón joven, de buena facha, que parece que no tiene demasiadas aptitudes para la vida interior, contrariado por la falta de emociones y de alguna mujer con la que perder el tiempo y coquetear. Por supuesto, ésta aparece con su perfil clásico, sola, bella y recatada, con un marido demasiado ocupado en sus negocios, y acompañada por su hijo de 12 años.
Con estos elementos tan clásicos, Zweig elabora una trama que se aleja totalmente del folletín tradicional. Los protagonistas, cada uno desde su lado, van adquiriendo importancia y el lector puede empatizar con cada uno de ellos según sus gustos; ante unos hechos que podrían ser cotidianos, las actitudes de cada personaje no se detienen y muestran la genial capacidad del autor para la descripción emocional y psicológica de los mismos. A la tradicional fuerza de los papeles femeninos de Zweig, en esta pequeña novela se suman todos los demás:
-  El hijo, que padece la incomprensión e indefensión ante el mundo de los adultos pero muestra su capacidad de reacción ante ello. Nos encontramos con la dificultad del paso de la infancia a la adolescencia que todos hemos sufrido.
-  La madre, con su oculta pero evidente necesidad de salir de su cómodo y  gris mundo sin estímulos que, ante una chispa de emoción, casi pierde el control de lo que más quiere.
-  Una fantástica descripción de la figura del seductor, su indiferencia ante los sentimientos de la mujer que coloca en su punto de mira, todo en aras de conseguir una conquista más que le permita disfrutar de sus vacaciones.
En conclusión, otras 120 páginas maravillosas, de lectura adictiva, que mantiene al autor austríaco en lo más alto de mi personal podio literario.

lunes, 14 de marzo de 2011

Nórdica: 5 años

Este mes de marzo, Nórdica celebra su 5º aniversario. Desde aquí mi modesta felicitación a esta gente, serán pocos, seguro, que mantiene vivo este proyecto en una coyuntura tan convulsa como la actual. Gracias a ellos he sido afortunado en conocer autores y obras fantásticas: Babbit (Sinclair Lewis), El tercer policía (Flann O'Brien), Canaval y otros cuentos (Isak Dinesen), La casa del mirador ciego (Herbjørg Wassmo).

Coincidiendo con esta efemérides, Nórdica publica un libro muy especial, Wakefield, el maravilloso cuento de Nathaniel Hawthorne. Borges lo alabó como el mejor. El amigo Wakefield, que le dijo a su mujer que se iba de viaje de negocios un par de dias, y se fue 20 años, a vivir en la casa de enfrente, como si hubiera desaparecido, para ver su mundo desde fuera...
Por favor, no dejéis de disfrutar el booktrailer del libro:

 


La peor maldad que nos ha acarreado la técnica...

Palabras de Stefan Zweig es su libro El mundo de ayer:


"La peor maldad que nos ha acarreado la técnica es la de impedirnos huir, ni que sea por un momento, de la actualidad. Las generaciones anteriores, en momentos de calamidad, podían refugiarse en la soledad y el aislamiento; a nosotros, en cambio, nos ha sido reservada la obligación de saber y compartir en el mismo instante lo malo que ocurre en cualquier lugar del globo".

Está escrito en los años 1939-40, poco antes de su suicidio. Por una parte, es obvio que encierra un claro sentimiento pesimista que le llevó a huir del mundo, sin conseguirlo hasta su decisión final; y por otro, la técnica de la que habla nada tiene que ver con la técnica que manejamos hoy en día que, sin duda, acentúa lo que dice. No sé, no soy en absoluto anti-tecnología,  pero algo hay de verdad en ello.

sábado, 12 de marzo de 2011

Carta de Joseph Roth

El 5 de agosto de 1915, Roth escribe una carta a la redacción del Österreichs Illustrierte Zeitung, ofreciendo con vehemencia sus primeros poemas:


Estimado señor redactor jefe:
Soy uno de esos a los que llaman poetas, locos o mendigos, o todo a un tiempo. Los tres atributos me cuadran, muy especialmente el último.
No es la nostalgia de la tinta impresa la que me hace escribirle, sino la necesidad. Hoy en día, enseña a no rezar. Nos hemos olvidado de rezar, porque hemos visto que era en vano. La necesidad enseña hoy a pedir. Pero el ruego se transforma en oración, y el hombre al que es dirigido se convierte en Dios. ¡Para mí, eso es lo que usted es ahora, señor redactor! Ojalá escuche mi ruego.
Si no lo sabe, sin duda intuye lo que es ser pobre. Qué pasa cuando se tiene una gran ansia en el corazón y no se lleva ni una moneda en el bolsillo. Cuando en los días de verano, con el cielo azul como en los cuentos, se quiere salir de la ciudad y se encuentra uno en el tranvía con la incómoda institución de los cobradores y controladores. Cuando no se puede salir a pie porque el corazón de un zapatero es duro, más duro que una suela de zapato. Cuando hay que quitarse el pan de la boca para escribir un poema en una hoja de papel limpio. Cuando hay que entregar las cartas en persona in loco, porque el correo exige tasas de franqueo. Cuando se ama la vida, y esa hermosa y diabólica mujer le rechaza fríamente a uno, como a un amante incómodo.
Si sabe usted todo esto, señor redactor, no echará este envío a la papelera. Sería una lástima, no tanto por mis poemas como por el hermoso y blanco papel…
*David Bronsen, Joseph Roth Eine Biographie, Colonia 1974 

Obtenido del libro Primavera de café, de Joseph Roth, Acantilado.



miércoles, 9 de marzo de 2011

El cubículo


Todavía lo veo como si fuera ayer. Estaba sentado en el salón leyendo este libro sobre la guerra, la guerra civil española. Cualquiera que lo conociera un poco, yo el primero, sabría que aunque a simple vista lo pareciera, aquella escena no era normal. Sí, Paco lee mucho, pero no lee este tipo de libros, ni esos bestsellers que inundan las estanterías de los grandes almacenes, que si novela histórica, que si novela negra septentrional, que si la posguerra,… No, qué va, él va de listo y siempre está leyendo cosas raras. Seguro que estaría dispuesto a reconocerlo, no es lo habitual, es cierto, pero cuando uno se ve en una situación como ésta, en la que no entiende nada, en la que aquello que siempre has amado y defendido se ve sumido en un descrédito apabullante que te sonroja, ¡si éste ha llegado a presidente cualquiera puede ser Director General!, cuando unos que se suponen que defienden el progreso se aferran a sucesos ocurridos en un pasado oscuro y los que se supone que se basan en la tradición argumentan que son imprescindibles para asegurar el futuro, entonces, por éstas y por muchas más circunstancias, es preciso conocer más lo que ha pasado para entender lo que está pasando y qué es lo que puede pasar. Necesitaba documentarse.

martes, 8 de marzo de 2011

Era tan inteligente que carecía de vanidad.* (Sobre un momento imprescindible en la vida)

–Definir al hombre que hoy tenemos con nosotros es muy difícil, hay tantas cosas que decir y están todas tan repetidas por los medios que es imposible ser original. Pese a ello, déjenme contarles su historia  para tratar de aflorar algún dato nuevo. Nuestro invitado, William Midblind, se forjó desde jovencito, apuntaba como buen deportista y estudiante, pero comenzó a impresionar a todos, al mundo entero diría yo, por su talento en el juego del ajedrez. ¿Cómo empezó aquello, Mr. Midblind?
–Tenía 14 años. Mi problema con el ojo me impidió seguir practicando el tenis y me centré en otras cosas, el ajedrez entre ellas.
–Así es, aquel accidente jugando al tenis que le hizo perder la visión de su ojo derecho le quitó algo muy importante pero, de alguna manera, le abrió las puertas del potencial de su cerebro. Con 18 años arrasaba allí donde jugaba y con 22 se enfrentó a Boris Petrovniak por el título mundial. Todos recordamos aquella partida memorable, ocupó los prime-time de todas las TV del mundo y colapsó los accesos a Internet en la retransmisión on-line. Boris, el “Dios Ruso” claudicó desesperado ante el ataque genial de MIdblind que, sin parecer demasiado afectado, recibió las felicitaciones y alabanzas de un Boris desencajado, y luego del resto del mundo–. Todo el público presente en aquel plató de TV seguía ensimismado el discurso del presentador. –Todavía hoy se analiza en los mejores foros la metodología de esa jugada maestra.
William sonrió abrumado por el comentario. Era evidente que  añoraba aquel evento.

El espacio


¿El lugar en el que estoy?,
pues me es difícil de explicar.
Y no porque no sepa dónde estoy.
Mi problema es que nunca estoy donde quiero estar.
Y créeme que es un problema, porque todo el mundo,
o mucha gente, si quieres,
piensa que no sabe lo que es,
mejor dicho,
que no le gusta lo que es:
que hace años se confundió, que cuando podía decidir se equivocó,
que en vez de estudiar esto debió estudiar aquello, que debió elegir a Fulanita y no a Menganita…
Todo eso es importante, no lo voy a negar;
pero no sirve de nada lo que eres si no sabes dónde estás, el lugar en donde estás.
Porque no es lo mismo estar dentro que fuera,
arriba o abajo,
a la izquierda o a la derecha.
Y yo no lo sé,
porque estoy arriba y me dicen que estoy abajo,
estoy dentro y me dicen que estoy fuera,
estoy vivo 
y resulta que estoy muerto.

¿Con Carmen?, ¡qué va, aquello no podía acabar bien!

PLOON!!, (onomatopeya de una puerta que se cierra,
                   violentamente, podríamos decir)

HolaCar…
síporsupu…
                           ¿queyo…
                                       pero…
                                              tejuroqueteconfun…
                                                                       ¡túestáslo…
¿ella?
yaestamoscon…
                ¿ayer?
yosoloquería…
¿túestássegu…
¿cómoeresca…
¡diossan…
perovamosaver…
                ¿quetú…
¡cagüen
perosiyo…
hijade…
¡increíble!
dejadedecirton…
                nomelopu…
¿cuándo,aho…
perocómosepue…
¿lodicesdever…
¿sabesquétedi…
nosabeslasganasque…
¡¡¡quetezur...

PLAAM!!, (puerta que se cierra más violentamente, si cabe).

No la volví a ver jamás.
Bueno, ahora,
por lo menos,
soy dueño de mis frases,
enteritas.

El pasado y el futuro


Se reía paseando con su hijo pequeño. Llegaron a Cibeles. Había mucha gente: jóvenes de cachondeo, viejos enfadados, muchos de ellos tenían pegatinas en el pecho, banderas tricolores, fotos antiguas de gente antigua. Gritaban no sabía qué de los fascistas y la guerra.
¿Qué hace toda esta genta aquí papá?, preguntó el chaval.
Cómo le explico yo a mi hijo lo de los fascistas, pensó. Quizá el abuelo pudiera, ¿el abuelo?, ¡dónde estará el abuelo!
Subieron Alcalá. Ahora él parecía triste, pero el niño miraba divertido a la gente y preguntaba sin parar. Estaba claro que no entendía nada pero se divertía, los niños tienen esa facilidad de valor incalculable.
Al poco giraron.
–Mira hijo, la Gran Vía.
El niño se impresionó: la alfombra de coches, esa larga fachada en curva, el gran edificio al fondo.
Le cogió de la mano y avanzaron. Dejaron atrás aquello de los fascistas y la guerra.

Huida


Estás angustiado, tu cara te delata.
Te sudan las manos, te agitas en tu asiento, sólo la vista a toda velocidad desde el tren te relaja.
En la fila delantera aquellas chicas escandalosas llaman al revisor
-¿nos hace una foto, por favor?
Miras hacia allí y el flash te hiere. Fastidiado, observas cómo se apean corriendo.
Cuando el tren recupera toda su velocidad, te quedas petrificado. ¡Dios mío, he salido en la foto! Me pillarán, seguro.
Te levantas, absorto recorres el pasillo, abres la puerta, que está absolutamente prohibido, pero miras ciego el veloz paisaje y saltas.
Bienvenido.

Perjuicios colaterales

En la cama, mirando hacia el techo deslucido por el paso del tiempo, estrujaba por un extremo un papel en el que se podía leer: “No volverás a verla”. Así, sin apenas respirar, llevaba horas.
Alrededor estaban todos consternados: sus hijos, un par de adolescentes que miraban como tontos alrededor nunca sabremos si por angustia o por falta total de interés; sus dos hermanas, que se movían con el nervio propio de un mercenario de campaña por el norte de Africa;  y el médico del SAMUR, muy jovencito, que reclinado sobre el enfermo era evidente que ya no sabía qué hacer.
–¡Qué puta!–  dijo Encarna, –parecía una santa y mira… se larga. Y él, ¡un cabrón!
–pero, ¿cómo es posible?–, gritó Toñi.
–Lo pierdo, lo pierdo–  susurraba el médico angustiado.
Toñi, empujando sin contemplaciones al doctor, zarandeó violentamente a su hermano con desesperación:
–¡despierta, dinos qué ha pasado! ¿Qué te dijo?
El, después de semejante convulsión, reaccionó y movió los labios. El médico, sobresaltado, se puso de nuevo en su papel y acercó el oído a su boca. Tras unos segundos de silencio contenido por todos, su cara mudó, erguió su cuerpo, se giró y miró a los demás. Avergonzado, inició una sonrisa:
–Le dijo que bajaba por tabaco.