martes, 8 de marzo de 2011

Huida


Estás angustiado, tu cara te delata.
Te sudan las manos, te agitas en tu asiento, sólo la vista a toda velocidad desde el tren te relaja.
En la fila delantera aquellas chicas escandalosas llaman al revisor
-¿nos hace una foto, por favor?
Miras hacia allí y el flash te hiere. Fastidiado, observas cómo se apean corriendo.
Cuando el tren recupera toda su velocidad, te quedas petrificado. ¡Dios mío, he salido en la foto! Me pillarán, seguro.
Te levantas, absorto recorres el pasillo, abres la puerta, que está absolutamente prohibido, pero miras ciego el veloz paisaje y saltas.
Bienvenido.

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