miércoles, 16 de marzo de 2011

Mujeres - Mihail Sebastian

Ed. Impedimenta
De nuevo, gracias a una “pequeña editorial independiente”, y amparándome en buenas experiencias anteriores con ella, tengo la suerte de acceder a un muy buen escritor que, de otro modo, dejado todo en manos de los poderosos, no habría sido posible.
En este caso, Impedimenta nos presenta Mujeres, la primera novela del rumano Mihail Sebastian, que tuvo la fortuna y también la desgracia de vivir en la Centroeuropa de primera mitad del S. XX, tan prolífica en excelencias como en vorágines demoledoras.
Con el libro en mis manos, prestado después de un buen uso, además de volver a valorar el preciosismo característico de la editorial, he observado el tributo a pagar por ello: el material y colores de la cubierta requieren un cariñoso cuidado en su manipulación, ya que se degrada de manera más rápida que un libro “normal”. Esto no es un problema, al contrario, me complace que un libro reclame cuidados para conservar su salud, para eso estamos, esto lo digo sobre todo para los dejaloslibrostiradosencualquiersitio que todos conocemos y tanto nos indignan.
Sebastian nació en 1907 a orillas del Danubio en Rumanía. Estudió Derecho y luego viajó a París, donde tuvo contacto con el ambiente literario. Volvió a su país y, a pesar de muchas circunstancias adversas, se quedó allí hasta su muerte, sufriendo, como el pobre Shostakovich en Rusia. Y es que su condición de judío le trajo mucho problemas, con los nazis, quiénes iban a ser. Después, con la llegada de los rusos vio un poco la luz, seguro que mal vista, pero un desgraciado accidente el mismo día en que iba a la Universidad a impartir su recuperada clase acabó con su vida. No me dejan de asombrar personajes como éste, que han tenido una vida llena de sinsabores y sufrimientos pero que luego transmiten en su arte unos sentimientos e ideas que no tienen nada que ver con aquello.
En Mujeres se nos cuentan varias historias, no sabemos si todas, del protagonista, Stefan Valeriu, con las mujeres. No es algo a modo de lista de conquistas ni de anécdotas tortuosas, sino distintos modos de convivencia con mujeres, con sentimientos mezclados y sin acritud. Me ha dejado una sensación de  novela liviana, sin excesiva profundidad, en la que se trata los sentimientos con cuidado y melancolía, pero no por ello falta de una sutil belleza nada ñoña.
Se divide en cuatro partes, cada una referida a una mujer o grupo de mujeres. Empieza contándonos un viaje de descanso estival a un hotel en las montañas. Este escenario me recordó al iniciar la lectura a “Ardiente secreto” de Zweig donde, también en un hotelito de gente bien, se hace un intenso análisis de la personalidad de los personajes y sus relaciones. Pero aquí no, aquí todo se trata con un planteamiento más ligero, Stefan se enfrenta a sus mujeres como experiencias accidentales pero necesarias en su vida y de las que guarda, pase lo que pase, un recuerdo agradable; no son palitos que se van tachando, como era el caso del galán de Zweig, sino aprendizajes que conforman su espíritu. La última historia la vive con una trapecista del circo, con la que la relación, intensa y bohemia, empieza y acaba de una manera igual de simple, sin estrés, sin reproches, empujados por la vida. A favor del protagonista cabe decir que no se trata de damas especialmente bellas, unas casadas y otras no, sino que admite que algunas son hasta feas. A veces hay amor, o algo parecido a amor, otras felicidad compartida, otras veces las circunstancias impiden un posible romance, pero la vida es así y hay que superarlo.
En conclusión, Mujeres es un libro muy agradable de leer, que se convierte en entrañable porque puede provocar cierta nostalgia de la vida pasada de los que lo leemos.

1 comentario:

  1. Hola, Jose, en cuanto tenga tiempo veré si mi presupuesto me permite hacerme con esa novela. Lo cierto es que, si es una edición delicada, merece todos los cuidados. Pero no es la calidad de la edición lo que cuenta, sino que la calidad de lo escrito supere hasta al diseño del mismo. No olvidemos que el libro no deja de ser un objeto, y que hay buenas y malas impresiones. En ambas puede haber calidad, pero lo que cuenta para mí, es lo que hay dentro, el arte del autor, su vida.

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