martes, 13 de septiembre de 2011

Lecturas del Verano 2011


        Han sido muchos, quizá demasiados libros, podría llegar a admitirlo. Este verano del 2011, además de castigar al mundo con un sinnúmero de desagradables noticias que nos han amargado los despertares, también me ha proporcionado las condiciones adecuadas para dedicarle bastante tiempo a la lectura. No ha sido a costa de otros placeres, que va, simplemente han sido más horas a mi disposición.
        Me voy a limitar a hacer un breve comentario sobre los libros que han pasado por mis manos y mis ojos este verano, desde julio hasta mediados de Septiembre. El nivel medio ha sido bueno, excelente en algunos casos, ha habido suerte, pero la mejor manera de pasar página veraniega ante la llegada de un nuevo curso es quitándomelos todos de una tacada. Admito Ruegos y Preguntas al final para aclarar dudas. ;-) Procedo por orden cronológico de lectura.
        El ángel negro (2005): John Connolly/Tusquets. Porque los apunto en una libretita, si no ni me acordaba de éste. No recuerdo de qué iba. Suspense negro al por mayor, muy negro, creo. A lo mejor no era muy malo, pero no dejó marca. El siguiente.
        Knockemstiff. (2008): Donald Ray Pollock/Libros del Silencio. Tenía buenas referencias de este libro: editorial interesante, ópera prima del autor (Knockemstiff, USA, 1954), un conjunto de historias sobre la América profunda, abisal, en este pueblo del estado de Ohio, donde se cuentan aberraciones y otras ocupaciones de gente abyecta. Por supuesto, hay de eso, pero es un libro fantástico: se drogan, beben sin parar, la mayoría putas y sádicos, descerebrados de todo pelaje. Pero no agrede, o si lo hace es admisible, las historias tienen una capa de no sé qué, si tuviera más tiempo trataría de explicárselo para que me creyeran, que no te permite odiar a esa gente. Es curioso el paralelismo entre este libro y el Winesburg, Ohio de Sherwood Anderson. El cielo y el infierno están sólo a 200 Km. de distancia y en Ohio. El de Anderson es una obra maestra, éste no llega a eso, pero muy recomendable para gente desinhibida. No se asusten y léanlo.
        Crónicas marcianas (1950): Ray Bradbury/Minotauro. Qué voy a decir, un libro maravilloso que trata la ciencia ficción como sólo Bradbury lo sabe hacer. Siempre me ha jodido que una basura televisiva prostituyera este título. Pero aparte de eso, es un libro que hay que leer, por lo divino y lo humano que contiene.
        Dublinesca (2010): E. Vila-Matas/Seix Barral. Muy bueno, sobre todo, y una vez eliminado el montón de lectores a los que les asusta VM, para los apasionados a la Literatura (con L) y sus estructuras terrenales, la industria y todo eso (pre-digital).  Dice el narrador sobre Riba, el editor retirado protagonista: “Sueña con un día en el que la caída del hechizo del best-seller dé paso a la reaparición del lector con talento y se replanteen los términos del contrato moral entre autor y público… Cree que si se exige talento a un editor literario o a un escritor, debe exigírsele también al lector. Porque no hay que engañarse: el viaje de la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que exigen capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y de acercarse a un lenguaje distinto al de nuestras tiranías cotidianas…” Dios santo, es pura clarividencia. Vila-Matas es muy bueno.
        El aburrimiento, Lester (1996): Hipólito G. Navarro/Anaya & Mario Muchnik. Los de Páginas de Espuma me descubrieron este autor español de relatos. Empecé con El pez volador, una recopilación de algunos de sus cuentos editada por ellos, que me fascinó y me llevó a sus títulos sueltos. Es de los mejores cuentistas contemporáneos en español, un Cortázar de aquí. Y con mucha gracia. Este libro está descatalogado, pero se puede encontrar en las librerías, además de El pez volador, una recopilación de todos sus relatos, Los últimos percances en Seix Barral.
        Ceremonias (1968). Julio Cortázar/ Seix Barral. Edición del 68 de este volumen que agrupa Final del juego (1964) y Las armas secretas (1959). Se leen mejor los cuentos en libros pequeños que en grandes tochos recopilatorios. El contenido es el mismo, pero no el continente, que es muy importante. Estos cuentos leídos en los dos volúmenes de Alfaguara se leen peor que en éste, pruébenlo y me darán la razón. Por eso ahora busco estas ediciones antiguas o los libros sueltos. Este libro es insuperable en lo suyo; nadie, nadie hará nada mejor. Acabas un cuento y tu vida ha cambiado. Y además, te tienes que poner a darle vueltas a la cabeza, mucho. En línea con los que dice VM

        El Gatopardo (1957): Giuseppe Tomasi de Lampedusa/Círculo de Lectores. Cayó en mis manos desde una estantería de la biblioteca de mis padres y me puse a ello empujado por el prólogo de Vargas Llosa y algún comentario en el taller de escritura. Dios nos castiga a todos sin piedad por disponer sólo de esta novela de Lampedusa: la historia en declive de una rancia estirpe noble, con un flamante gatopardo en el escudo, en la persona de un príncipe siciliano que, en pocos años, pasa de una situación cuasi feudal a la vorágine de la construcción de Italia a principios del XX, con los nuevos aires que llegan de Nápoles y otras ciudades de la incipiente república. Qué historia en esa Sicilia pedregosa, rural, perruna, unos días con un sol justiciero y otros con lluvias torrenciales que fustigan a pobres puebluchos, en la que el príncipe Fabrizio de Salina maneja con un talento y una gracia espléndida los acontecimientos que se le vienen encima. Su familia, los políticos  y la isla son protagonistas de una novela maravillosa.
        Adiós a las armas (1929): Ernest Hemingway/Caralt. El punto bajo de la lista. Un artista con los diálogos, pero, en mi opinión, una historia bonita aunque muy blanda, por muy clásico que sea. Yo esperaba más, y ahora entiendo lo que a menudo he leído acerca de la superior calidad de Hemingway como creador de cuentos por encima de sus novelas.
        Franny y Zooey (1961): J.D. Salinger/Alianza Ed. No llega al nivel de los Nueve cuentos y El guardián en el centeno, pero Salinger te atrapa por donde nadie lo hace, por el lado más difícil. Seguimos con la familia Glass, los hermanos Franny y Zooey, ya aparecida en otros libros anteriores. Extensos diálogos que reflejan la inseguridad emocional y angustia tan del gusto de los jóvenes de los 60, con referencias al budismo Zen. Es asombrosa una conversación que tiene el superdotado Zooey con su madre en el lavabo. Ella está muy preocupada por la depresión de su hija Franny y reflexionan sobre ello, uno con la espuma de afeitar en la cara y ella sin dejar de fumar allí dentro. No me parece muy verosímil pero es perfecta.
        El palacio de la luna (1989): Paul Auster/Anagrama. Una de las novelas más flojas de Auster, pero también se me cruzó en mi camino. Es Auster, que no es poco.
        La ciudad y los prodigios (1986): Eduardo Mendoza/Seix Barral. Llevaba tiempo detrás de esta novela y este autor, aunque después de los 100 kilos del Planeta lo había quitado de en medio. Pero no, es una gran novela, deja de ser costumbrista para ser realista, libro de Historia y casi de aventuras (urbanas). Su prosa es adictiva, sus más de 400 páginas fluyen con alegría y terminas por apreciar al rufián de Onofre Bouvilla en su viaje desde su pueblaco en la Cataluña profunda hasta convertirse en el potentado más rico de España (Porque ¿no se puede ser el más rico de España si no se es un rufián?, pregunto sin mirar a nadie). Recomendado para los que vivan en Barcelona, porque allí se desarrollan las aventuras y desventuras del amigo Onofre.
        Carta de una desconocida (1927): Stefan Zweig/Acantilado. Releí con fruición sus 60 páginas en dos horas después de ver en la tele a altas horas de la madrugada su adaptación al cine. Resulta que es una obra maestra del cine en blanco y negro (Max Ophüls, 1948). Ciertamente fascinante en la pantalla y de lo mejor jamás escrito.
        El corazón y otros frutos amargos (1959): Ignacio Aldecoa/Menoscuarto. Últimamente estoy muy interesado por el llamado realismo social español. Un grupo de escritores (novela, cuentos, poesía) de los años 50 que describieron con dureza, frialdad y una belleza cortante lo que era España en aquella época, que era una puta mierda. Este es un grupo de escritores denostado y poco valorado en la actualidad, más ocupados como estamos en castillos en el aire propios de ricos de pacotilla y que, como tales, se desmoronan sin rubor. (Inciso: Me parece que, entre otras cosas, en España necesitamos una buena dosis de Realismo Social, en el sentido estricto de las dos palabras). Entre estos autores, me ha impactado de manera especial Ignacio Aldecoa (1925-1969).  Habla de las “pobres gentes”, trabajo duro, al volante, en el campo, en el mar, boxeando, diferencia insultante de clases, cosas así, con una economía del lenguaje propia de tiempos tan difíciles pero a cambio de una brillantez en el empleo de recursos que te arrincona contra las cuerdas. Desarrollas cierta empatía con esa gente, a mí por lo menos me ocurre, tanto por los tiempos duros que vivimos, salvando las distancias por supuesto, como porque ellos fueron los abuelos y abuelas de muchos de nosotros. Maldito país de aquellos años, cuánta miseria.
        Plataforma (2001): Michel Houellebecq/Anagrama. He decidido fundamentar mejor mi opinión sobre este libro y este autor con la lectura de otros libros suyos y viendo qué dice este tío por ahí, y esperar a una reseña posterior. Por dejar algo aquí expuesto, no puede ser que encuentre esta novela tan barata frente a la legión de mentes postmodernas que aupan a Houellebecq como genio clarividente sin paliativos. En las primeras 100 páginas no ocurre nada, y en las 200 siguientes, unos polvos aburridos, que si el tío siente las paredes del coño de ella comprimirse y apretar su polla y chorradas así, y, en un escenario de turismo sexual, algunas reflexiones acertadas pero básicas sobre la degradación del mundo actual. Voy a darme un margen de análisis que me reafirme o me haga rectificar. Por ahora, no me parece más que un fenómeno mediático bien organizado, de los que tanto necesitan las huestes literarias vanguardistas.

1 comentario:

  1. Hola, Jose,
    excelente y jovial tus críticas y particulares reseñas. Hace dos días adquirí Las Nieves del Kilimajaro de Hemingway, que trata sobre la pasión de escribir de un tipo rico que se muere en África, y rememora que hubiera pasado si, en vez estar moribundo, hubiera escrito la novela sobre sus colegas y escándalos de su vida. Es una novela en la que se cuestiona sobre el arte de la escritura, y de los sueños rotos. Está escrita magistralmente, como todas las obras de Hemingway. El resto de los libros ya me los leeré, en la Biblioteca, si los hallo. Me encanta tu naturalidad.
    Abrazos, de H.

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