La editorial Nórdica ha conseguido desarrollar con éxito su colección Ilustrados, en línea con el vigente afán editorial independiente de proporcionar un complemento emocional y estético (no quiero decir “valor añadido”, que suena a mercadotecnia muy manida) al libro-objeto, identificando como mercado objetivo (aquí sí pega la mercadotecnia, al fin y al cabo una editorial es un negocio) a aquellos que nos mueve también dicho componente emocional cuando tocamos estos artilugios. El éxito de la colección se traduce en un número ya considerable de títulos muy interesantes, hoy mismo recibo una información sobre un nuevo lanzamiento, y eso que tienen un precio superior a la media. Por mis manos han pasado ya Wakefield (Hawthorne), Bartleby, el escribiente (Melville) y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (Stevenson), todos fantásticos. Con este último se puede hacer una comparación práctica entre la relación con un libro-libro, en papel, y un e-book, digital; en la web de la editorial está disponible de manera gratuita el fichero en formato epub para leerlo en un Pc y en lectores digitales. Como el día y la noche. Pero bueno, eso es otra guerra.
Nikolái Gógol es otro de los escritores rusos que no son muy conocidos por estos lares pero que cuando te los encuentras te llevas una grata sorpresa. Ahora están “aflorando” muchos: hace un par de meses leí Caoba de Boris Pilniak, de la editorial Veintisiete letras y es una maravilla; algo similar ocurre con algunos libros de la editorial Nevsky Prospects.
Nikolái nació en 1809, en lo que hoy es Ucrania. Trató de labrarse una carrera burocrática en la corte del Zar, pero sin éxito, por lo que terminó desarrollando su verdadera vocación, escribir, afortunadamente para todos. Muchas de sus obras tienen un marcado contenido histórico y satírico/crítico de su sociedad y algunas de ellas han servido de fuente de inspiración a grandes músicos un siglo después, como Janacek (Taras Bulba) y Shostakovich (La nariz).
En El capote, Gógol nos presenta a Akaki Akákievich Bashmachkin, un personaje realmente conmovedor y digno de compasión, que también ha sido referencia para otros grandes personajes literarios posteriores quizá más famosos que él pero igual de atribulados: Bartleby el escribiente (Herman Melville) y Gregor Samsa (Kafka).
Ed. Nórdica |
Akaki realmente es un trabajador afanoso, hace bien lo que tiene que hacer, es copista, pero no sabe hacer otra cosa, que no le pidan una tarea más allá de copiar textos que no puede, o no quiere. Tiene que soportar los comentarios y actitudes jocosas y despiadadas de sus compañeros. Se avergüenza del estado lamentable de su capote y hace lo indecible para comprarse otro nuevo, sueña con uno lujoso, que le acerque al status de sus superiores, pero no puede, no tiene dinero suficiente. Por fin, con grandes esfuerzos, se hace con uno decente y ello le permite un breve destello de reconocimiento de sus compañeros, aunque las circunstancias de la vida le devuelven a su sitio.
Es un individuo con un perfil que conocemos, que siempre ha existido y existirá, el maltratado por la vida, por las injusticias sociales, que siempre ha merecido una oportunidad, que alguna vez tiene un golpe de suerte que le aúpa pero que le dura poco. Es injusto lo que le ocurre, pero parte de la culpa también es suya, porque se aferra a lo que sabe, le falta capacidad de lucha para enfrentarse a cosas nuevas para no quedarse anclado, y de ello echa a menudo la culpa a los demás.
Se trata de una historia que ha permanecido vigente desde que Gógol la escribió, lo estaba antes y lo seguirá estando. Acompañada por las ilustraciones sencillas y tiernas de Noemí Villamuza hacen de la lectura de este libro un sereno placer.
Jose, El capote, lo he releído varias veces, y es cierto que lucha Akaki por un futuro mejor, pero es un personaje destinado a perder. Todo lo que le sucede es porque ambiciona lo imposible, es un personaje que lucha por imposibles, y esas mismas imposibilidades lo vencen. Y Dr Jekyll y Mr Hyde, me los releo continuamente. Son mis libros de cabecera. A propósito: el fichero tarda lo suyo.
ResponderEliminarGogol es uno de los mejores autores rusos lamentablemente desconocido. Algo injusto. Menos mal que Nevsky está haciendo una estupenda labor rescatando esos escritores. Esa humanidad de sus personajes y su capacidad de crear atmósferas la he encontrado curiosamengte en Vidas Prometidas. Me lo recomendó una amiga de mi hermana y me ha parecido muy original, muy cercano a los problemas que vivimos o conocemos todos y hay un relato, La Siesta de Odiseo, que te emociona por la manera en la que cuenta el amor a las palabras, a los libros. El resto habla de la lucha por salir adelante, por no perder a mano de la realidad.
ResponderEliminarHola Anónimo. Comparto tu opinión sobre nuestro entrañable Gogol. Estoy acabando Vidas Prometidos, que reseñaré en breve, me está gustando mucho. Trataré de verlo desde el punto de vista que me indicas.
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