martes, 24 de mayo de 2011

Democracia real, ¡YA! - 3: Código rojo. Necesito instrucciones.

         A quien lea este mensaje. No sé quién eres, pero mis instrucciones dicen que eres mi contacto. Tampoco sé qué detalles conoces de la misión, y supongo que no me creerías desde cuándo te mando esto, tampoco estoy autorizado a decirlo. Lo que hice nunca se hubiera entendido y tuve que huir. No encontraron dónde, por lo que decidieron cuándo. Estoy bien, sé que hice lo correcto, porque sé cómo son ahora las cosas, en este tiempo ya nadie se acuerda de aquello, y todo es mejor. Sin embargo, algo ha ocurrido que me obliga a ponerme en contacto contigo, porque no sé qué pasará esta vez y hay que actuar con urgencia. Paso a informar de lo sucedido. Daré algunos detalles adicionales que creo que son importantes.  
        Esta mañana he salido a la calle con el afán habitual en estos tiempos, feliz, motivado, cargado con un optimismo socializado que también se ha hecho conmigo, y me encanta. Qué bien os vendría. Además es primavera, los Mayos siguen siendo iguales, la ciudad luce espléndida como queriendo dar relumbrón a esta jornada tan importante. Ya me encuentro bien, mis extraños problemas de sueño acabaron, llevo un par de semanas sin ellos, y me sentía totalmente despierto y animado. Hoy todos tenemos la misión de que todo siga así, a eso iba. 

lunes, 23 de mayo de 2011

Democracia real, ¡YA! - 2

Contenido de un papel que me entregaron en la Puerta del Sol el otro día:


Protocolo de actuación frente a comportamientos violentos.
Es fundamental no reaccionar ante las agresiones físicas y/o verbales. Nuestro mensaje se cargará de fuerza y evitaremos retroalimentar la violencia.
A)     Actuación en caso de carga policial: No reacción.
1.    Nos colocaremos unidos en filas cogidos de los brazos haciendo pinza
2.    Evitaremos los posibles golpes que vengan por detrás o delante
3.    Llegado el caso, nos sentaremos
4.    Si nos arrastran, dejaremos el cuerpo inmóvil y levantaremos las manos en un gesto de no acción.
B)      Medidas preventivas de conflictos. Aconsejamos
1.    Evita beber alcohol. Mantente al 100%
2.    Evita pensamientos o expresiones que entrañen violencia
3.    Cuida tu lenguaje corporal: gestos, tono de voz…
4.    Actitud asertiva: expresa tus pensamientos y opiniones respetando al otro. Si el otro responde agresivamente, no reacciones agresivamente.
Las revoluciones sociales empiezan con revoluciones individuales.
           (Pasa este papel para que más gente reciba la info)

Para los que se confunden por ideas preconcebidas. Para los que no creen en esta gente. Tranquilos, no lo van a tener que aplicar. Lo incluyo aquí por si acaso algún día hace falta. Que quizá lo haga. Me pidieron que una vez leído lo pasara a otra persona. No lo hice. Perdón.

domingo, 22 de mayo de 2011

Democracia real, ¡YA! - 1

Algunas frases de las pancartas en Sol:

- Si Ana Botella se deja rastas, nos ahorraremos una pasta
- Nos habéis dejado sin nada. Ahora lo queremos todo
- Menos botellón y más revolución
- No estamos armados, estamos indignados
- No más becarios sin ser asalariados
- En la política y en la vida, ¡austeridad, ya!
- Por desgracia, esto no es una fiesta
- Impuestos sí, (qué remedio). Derroche no
- No hay pan para tanto chorizo
- Spanish Revolution.¿que qué queremos?
-          Referéndum popular como en Islandia
-          Fuera imputados en listas electorales
-          No necesitamos Senado
-          Basta de sueldos vitalicios políticos
-          Medios de comunicación libres, que difundan esto
         Y esto es sólo el principio…


Con todo mi cariño y apoyo a los revolucionarios de la Puerta del Sol. He estado allí y me quedé gratamente sorprendido de lo que han llegado a hacer. Hay gente de todas las edades y condiciones.
Son los jóvenes los que tienen la “obligación” de encender la mecha, pero me temo que si no somos todos los que mantenemos el fuego, este movimiento quedará en un bonito y emotivo recuerdo. Lamento ver a mi alrededor muchos que consideran que la única manera de castigar a un incompetente sea premiando a otro incompetente, en la creencia de que así cumplen con su responsabilidad democrática  y ese gesto les otorga el derecho a quejarse cuando las cosas se hagan mal. Hay otras maneras de hacer las cosas, tiene que haberlas, porque si no cambiamos de dirección, llegaremos a donde nos dirgimos…

martes, 17 de mayo de 2011

Nosotros, que nos queremos tanto.

        Estaba leyendo España, de Manuel Vilas. Muy bien, divertido, original, (haré una reseña en breve). Pero he de decir que a partir del 5º capítulo, más o menos la mitad del libro, me empezó a parecer que la historia decae, no sé, va cuesta abajo, pierde gracia. Cuando me ocurre algo así, que estoy leyendo un libro que me gusta mucho y de repente deja de hacerlo, casi nunca le echo la culpa al libro, siempre le doy un margen de confianza; el problema será mío, me he descentrado, algo de lo que me rodea, algo malo, se ha colado en la burbuja y he perdido el hilo. Entonces, con calma, cierro el libro y le doy un tiempo, que respire. Si el libro iba tan bien, no se puede estropear todo así (por supuesto que se puede estropear, que quede claro, hablo de una actitud primaria mía), en unos días vuelvo y todo habrá pasado, será como antes. Suelo leer varios libros a la vez, 2 ó 3, por lo que es el momento de retomar otro, que o bien le ocurría lo mismo, ya es mala suerte, o lo dejé porque algo hay que dormir.
        El otro día me pasó esto con España. Ya que, aunque es mi costumbre, llevo una temporada que soy incapaz de leer varios libros a la vez, me lancé a la búsqueda de alternativas, (las hay, y muy buenas, no todo es lectura) y, además de otras cosas,  me eché a la calle a ver qué encontraba, a ver qué hay de esa oferta cultural. Y me encontré, esto sí que es querencia psicosomática, en uno de esos rincones santos llenos de libros que hay en cada día menos locales de nuestras ciudades, y que los venden de manera artística. Era todo azul. Libros ordenados por editorial y allí estaban los de Gadir. No pude resistirlo, para allí me fui. Siempre es buen momento para Gadir. Su web es muy mala, incomprensible en estos tiempos, pero sus libros son fantásticos. Esta editorial está en mi pedestal desde que, entre otras razones, me puso en las manos los libros de Antonio Ferres, español. Su libro La Piqueta es inmortal. Larga vida al buen realismo social. Si pudiera, llenaría alguna estantería de mi biblioteca con esos preciosos lomos azules llenos de historias maravillosas y con los que, lo he dicho muchas veces, jamás, jamás acabarán las hordas tecnológicas.
        Curioseando, deslizando mi dedo por esos lomos, sin quererlo, como en una güija, se detiene en uno de ellos: La leyenda negra, de Joseph Pérez.  Y ¿por qué me paro yo aquí?, la leyenda negra, la leyenda negra,... ¡claro, la leyenda negra española!, Felipe II, España, si es que estoy leyendo España, el cerebro nunca descansa, y uno de los grandes tópicos patrios es la leyenda negra. Joder con la leyenda negra que arrastramos, cuánta verdad tiene y también cuánta mentira, cuanto prejuicio contra nosotros mismos, ganado a pulso por los propios españoles, sobre todo, en mi opinión, por culpa de los dirigentes que de una u otra ralea a lo largo de nuestra historia hemos tenido la desgracia de soportar e incluso votar libremente.
        Pasó a ser mío, el libro, me sedujo el contraste, España y La leyenda negra,  me parece una buena idea entender el origen de esa leyenda y si hay algún remoto enlace con las historias que Vilas cuenta en su novela y mis ideas al respecto. Me he puesto a leer este ensayo, ofrece una lectura fácil aunque no exenta de abundantes datos históricos para soportar la opinión del autor, contraria a la veracidad de la leyenda. En la Introducción me ha gustado mucho, y la quiero poner aquí, la definición que se hace de la leyenda negra, porque efectivamente recoge todo lo que es y refleja los sentimientos que, alguna vez, han sentido y hemos sentido muchos.

“Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad; la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto nos es favorable y honroso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte; las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado contra España, fundándose para ello en hecho exagerados, mal interpretados o falso en su totalidad, y, finalmente, la afirmación  contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la prensa extranjera, de que nuestra  patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas. En una palabra, entendemos por leyenda negra, la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas, enemiga del progreso y de las innovaciones, o, en otros términos, la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces, más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional.”

        Si el autor, Joseph Pérez, me consigue demostrar y convencer de que la leyenda negra es una burda patraña, me encontraré con uno de las mayores pagos que en mi vida me ha dado leer un libro. Porque, fíjense de lo que estoy hablando: si nuestra vieja indolencia por la calidad, las salvajes violaciones que nuestros antepasados cometieron con los pobres indígenas en el Nuevo Mundo, nuestra secular envidia y acoso y derribo al que destaca por ser bueno, nuestro sol y toros, nuestra idea que lo de fuera siempre es mejor, nuestro tradicional regodeo continuo en nuestro pasado en vez de mirar al futuro, el dividirnos en dos y tirarnos piedras los unos a los otros porque en la puta vida vamos a cambiar de opinión, nuestro vuelva usted mañana, nuestro que inventen otros, nuestras viejas atrocidades en defensa de la religión, que todavía perduran, no son atrocidades pero sí lindezas escandalosas, nuestros primeros puestos en las listas malas y los últimos en las buenas, la mala fama del español que llega a Londres y le vigilan en Harrods porque seguro que manga algo, nuestros y tú más parlamentarios, que ahora nos avergüenzan pero hace unos años nos llevaron a la guerra, nuestros cerebros privilegiados que se van al extranjero a desarrollar su talento, nuestro el Barsa es más que un club, nuestra imagen exterior de que aquí vivimos muy bien pero por las cañitas y porque trabajamos poco, si todo esto, y muchas más cosas que siempre se han dicho de España y los españoles, si todo esto  es debido a una  infundada leyenda negra, entonces, maldita sea, es que es pura y llanamente verdad.
        Joder Joseph, ahora que lo pienso, no sé si quererte u odiarte.


lunes, 9 de mayo de 2011

Vidas prometidas - Guillermo Busutil

        Hace muchos años que leo. Que leo Literatura. De lo otro más, antes, y quiero entender que en los últimos, no sé, 6-7 años, buena literatura. Porque, más allá del respetable derecho de cada cual a leer lo que le apetezca, existe la buena literatura. Y además hay otras cosas.
        Hace tiempo apunté en mi cuadernito verde una frase de Aldous Huxley que comparto con entusiasmo: “La lectura no deriva de leer libros, sino de leer exhaustiva e intensamente buenos libros”. Cierto. La lectura es siempre, no ocurre con la música por ejemplo, un esfuerzo físico e intelectual activo de concentración, por eso es minoritario. Y cuando uno lo hace y atiende a lo que dice Huxley, es como todo, va aprendiendo: aprende a seleccionar, a intuir dónde se esconde algo bueno, se arriesga, practica el prueba y error, y así, todo untado con las afinidades personales que son irrenunciables se define y pule el perfil literario de cada uno.
        Como consecuencia de esto, también es ley de vida que con el paso del tiempo uno mira atrás y puede comprobar que ha evolucionado, que entiende y le gustan cosas que hace años ni osaría acercarse a ellas, y es otra recompensa más del esfuerzo que comentaba antes. Buscando de nuevo un paralelismo en la música, me encanta hacerlos, debes empezar con la ópera “fácil”, un disco de arias de Pavarotti o una Traviata de Verdi, por ejemplo, y si te esfuerzas en avanzar, a veces es difícil pero no hay otra manera, después de algunas etapas intermedias, llegarás a disfrutar las, en principio, insufribles óperas de Strauss o incluso Alban Berg (esto sí que es realmente difícil, lo admito).
        Esta introducción me sirve para defender que el esfuerzo que requiere la lectura inteligente siempre tiene recompensas, y una de ellas es llegar a nuevos destinos, que no la tienen otro tipo de lecturas. Y así llegué yo al cuento, al relato. Y, entre otros, a este libro.